El ser humano en esencia es un nómade, necesita moverse de vez en cuando, aunque eso signifique periodos de tiempo limitado o más extensos. En un comienzo los viajes tenían otros fines, buscar nuevos lugares donde habitar lejos del peligro, encontrar nuevos sitios donde obtener recursos para sobrevivir, incluso, otros fines como colonización o expansión de imperios.
Hoy en una generación donde viajar está a tan solo un click, donde existen nuevas rutas, ofertas, destinos y precios, parece ser que reavivar el instinto nómade que tenemos no parece ser una tarea tan compleja y solo dependiese de nuestras ganas y ahorros.
Quizás en 18 horas podamos pasar de la capital de Chile a estar disfrutando de las cálidas y turquesas aguas de la costa de Portugal para después movernos unas 9 horas y encontrarnos a temperaturas bajo cero mirando al cielo las hermosas auroras boreales en Reykjyavík, Islandia para finalmente despertar con un desayuno frente al Nyhavn en Copenhagen, Dinamarca.
Parte de los sitios que visité viajando fueron esos y durante los 17 meses que duró mi aventura, algo sentí dentro que no me hacía pensar en este viaje como unas largas vacaciones, entonces ¿Qué diferencia había entre ambas?
Pues de partida, el tiempo que duró, probablemente muy poca gente puede darse el lujo de vacacionar 17 meses seguidos.
Lo segundo fue lo que tuve que hacer para seguir viajando, y es que fue necesario salir con mi foto impresa en un papel acompañada de una breve descripción de quien soy, de donde vengo, donde estudié, en lo que trabajé y por qué estaba tan lejos de lo que llamamos hogar.
Dejar los pies en la calle junto con la vergüenza y el miedo para buscar un trabajo que me permitiera continuar, bueno, ahí me di cuenta de que dejar ese tipo de cosas, también era parte de mi viaje.
Por supuesto, a medida que vaciamos la mochila nos queda espacio para ocuparlas con otras, con las que elegimos para nosotros, no con las que nos dijeron que debíamos tener, sino con las que reconocimos que necesitábamos para mejorar y eso fue sin duda una de las grandes ganadas de esta travesía.
Con esto no quiero decir que vacacionar sea peor que realizar un viaje como el que yo hice, depende de lo que busques, de tus prioridades.
En ambas buscamos placer, felicidad, buenos momentos, pero el viajar (a diferencia de vacacionar), no siempre puede ser placentero, pero te aseguro que, al introducir la llave en la puerta de tu hogar al regresar, será diferente, de seguro tú serás mejor que ayer, y ese es el viaje paralelo al que mientras te mueves físicamente también se movían tus prejuicios, miedos, conceptos, emociones, ideas, valores, en general, tu espíritu.
Para ese entonces, ya habrás abrazado otras personas, ya alguien con otro color de piel te habrá ayudado, alguien al otro lado del planeta te va a extrañar y tú también a él o ella, algo dejaste de ti en esa gente y ellos cubrieron esos espacios vacíos en tu interior con aprendizajes, con alegrías.
Te ayudaron a llenar tu mochila y hoy son parte de tu historia para siempre y tú de la de ellos.
La historia que comenzó cargada de miedo y con el abrazo que te dio tu familia en la puerta de embarque en el aeropuerto hoy es una de las cosas más increíbles que habrá pasado en tu vida.
Para ese momento ya te habrá picado la boca probando otras comidas que no conocías, ya habrás adiestrado tu oído a los diferentes acentos e idiomas y de seguro alguna palabrita ya aprendiste a escribir en ruso o rumano si paseaste por esos lugares.
Con todo lo que les he contado solo quiero invitarlos a moverse, a dejar eso que tanto conocemos como zona de confort, recuerda que esta es maleable, lo que hoy puede parecer algo que está fuera de esa zona, puede convertirse en nuestra nueva zona de confort mañana para así ir buscando aquello que nos hace vibrar, soltar alguna lágrima o risa desde el fondo de nuestro corazón, porque eso es lo que nos regalan los viajes; vida, y seguramente nosotros tenemos mucho que regalar a cada persona que encontraremos en nuestro andar.
Te invito a crear tu historia, tu viaje, elegir tus destinos, concertar tus sueños, espero que lo logres, te lo dice alguien que recorrió tan solo 14 países para luego volver a casa y a quien el mundo ya no le parece tan inmenso e imposible, los idiomas tan extraños, los sabores tan diferentes, ni la gente con otras facciones y sus corazones abiertos tan ajenos.
Un abrazo.
Jorge Soto