Esta es mi historia: Un paraguayo viviendo en San Petersburgo, Rusia
Siempre quise visitar Rusia, pero no tenía idea de cómo sería vivir entre los rusos. A mediados del 2016, me enteré de que en algunas universidades rusas ofrecían becas de estudio para estudiantes extranjeros.
Decidí intentarlo y al final del mismo año inicié mis estudios en la Universidad Politécnica de San Petersburgo, una maestría en emprendimiento innovador.
Todo lo que sabía antes de mudarme era que en Rusia sólo se hablaba ruso y que tenían una cultura y una mentalidad completamente diferente. No sabía nada más. Yo estaba un poco asustado, pero pensé que un desafío podría ser interesante.
Ya no tengo miedo de Rusia. Vivo aquí, puedo hablar con los lugareños en su idioma, me dí cuenta de que lo mejor que podía hacer era terminar mis estudios aquí e ir a otro país. Ser un extranjero en este país es muy difícil.
Por ejemplo, es difícil encontrar trabajo: primero, debido a los documentos y segundo, por la diferencia cultural.
Para establecerse en Rusia, se necesita mucho tiempo para vivir aquí y se debe perseverar hacia la meta. Aún soy joven, y no quiero gastar mi vida para demostrarle a alguien que puedo hacer un buen trabajo en este país.
Creo que estos problemas están relacionados con el hecho de que la historia de Rusia ha sido tan compleja para la gente común – por ejemplo, la Unión Soviética y la reestructuración (perestroika) – que se refleja en el presente.
Ahora, sólo para hablar con la gente, alguien que ha crecido en un paradigma histórico diferente, tienes que sumergirte en estos eventos y, sobre todo, entenderlos. En mi opinión, esta es una de las principales características negativas de Rusia.
Con todo esto, si algo cambia, me gustaría empezar mi propio negocio en Petersburgo o Moscú. Sería bueno abrir una agencia para extranjeros, que ayude a estudiantes de otros países a venir a Rusia a estudiar. Creo que a la gente de Sudamérica le va a gustar estar aquí.
Rusia me ha ensenado muchas cosas. En mi primer año en Petersburgo, pasé mucho tiempo hablando con mis amigos rusos sobre lo que es vivir aquí.
Un día me pregunté qué clase de lección podía darme un ruso típico. Mi interlocutor pensó durante un minuto y dijo que los rusos eran muy persistentes y pacientes. Recientemente me he dado cuenta de eso. Y para entonces, creo que lo he adoptado en mi propia personalidad.
También me encanta que en Rusia todo el mundo vive sin prejuicios internos por tradición. Por ejemplo, la gente aquí se tatúa en el cuello y en las manos – y nadie los critica. Hay muchos tipos diferentes de personas tatuadas.
En Paraguay, si tienes tatuajes en estos lugares, tienes que esconderlos: (algunos tatuajes en estas partes del cuerpo en Sudamérica significan que eres un criminal. Creo que tiene algo que ver con la libertad interna de la gente; los rusos parecen más libres.
Aquí también aprendí a no juzgar a la gente por sus acciones o pensamientos. Ahora, cuando una persona necesita hablar, yo sólo escucho, sin criticar, incluso si no estoy de acuerdo.
Por ejemplo, un amigo mío de Sudamérica me dijo una vez que se había mudado con un sujeto ruso, mi amigo no toleraba estar incomodo viviendo con el otro chico. En otro tiempo habría condenado a mi amigo por pensar así, pero ahora no me preocupa.
Lo que más me cambió fue vivir en el dormitorio (residencias estudiantiles). Me mudé con un chico de Kazajstán, y siempre me escuchaba muy atento. Me gusta el hecho de que hay un montón de personas diferentes en los dormitorios y se puede tomar las cosas buenas de ellos, conociéndolos y hablando.
En mi opinión, los dormitorios tienen todo lo que necesitas, sólo requiere un poco de desarrollo para hacerlos más cómodos.
Siempre hay que recordar que a menudo es necesario para las personas que vienen de las ciudades o países más pobres. Es mejor que nada.
Algo en común entre Rusia y Paraguay, es que la gente es igual en su hospitalidad. Cuando me mudé, la gente solía invitarme a sus casas y cocinar gratis porque les gustaba. Así que, durante los primeros tres meses, Nastya, una chica que trabajaba en mi universidad, me ayudaba a preparar documentos para la universidad, mientras me iba mostrando restaurantes y cafés en Petersburgo.
Entonces los mismos conocidos al azar me ayudaron con consejos para mi estadía: dónde llamar en casos de emergencia, a dónde ir los fines de semana, cómo utilizar el transporte público ruso.
Si hay algo que me gustaría transferir desde mi país a Rusia, tal vez sería la apertura mental. Los rusos son hospitalarios, pero hay que reunirse con ellos tres o cuatro veces para llegar a conocerlos. Me gustaría que la gente pueda decir lo que piensa directamente del otro cuando se encuentran por primera vez, sin miedo, y que puedan invitarse mutuamente a la casa inmediatamente después de la primera reunión.
Si tengo que hablar sobre la ciudad donde vivo, San Petersburgo podría decir que a menudo se pueden encontrar personas de nacionalidades completamente diferentes que se tratan por igual. A veces se conoce a alguien que habla ruso perfecto, pero resulta que acaba de mudarse de Kazajistán. Y todo el mundo lo trata como ruso. Al menos no hay racismo en esta ciudad: todos son muy respetuosos con todos.
Un tema no menos es el frío en Petersburgo, y lo aprendí muy rápido cuando me mudé. Pero entonces me di cuenta de algo increíble: siempre hay tanta gente por ahí caminando como hay en otras épocas del año. Todo el mundo se viste y sale, sin importar que tanto frío hace. Yo me quedo en casa, extrañando los 30° grados que tenemos en Paraguay.
Aunque extraño algunas cosas de mi país, decidí venirme porque cuando vivía en Paraguay, siempre estaba en un área cómoda, donde estaba aprendiendo algo. Mudarse a otro país siempre es una aventura. Y quería hacerlo para expandir dramáticamente mi campo de percepción: aprender a vivir solo, aprender constantemente algo nuevo y pensar en el futuro. Y creo que lo conseguí.
Alexis