Como una gota de agua en medio de la corriente, igualmente única, viajando de un glaciar derretido hasta caer como gota de lluvia al otro lado del mundo.
Porque si la vida es el mar, uno es una parte infinita de la vida, así mismo, soy una parte indefinida de la vida, formado por mis raíces, el resultado de todo lo vivido y la esperanza de un futuro incierto.
De sangre latina y vida sueca, soy la mezcla perfecta de dos culturas opuestas.
En medio de dos formas diferentes de ver la vida, soy el día y la noche, omnipresente como el sol que alumbra la luna, calculador, más frío que la nieve, mientras me derrito en mi propio calor.
Soy la alegría de la música y una brisa en un bosque desierto, <soy la medida perfecta>, soy muy poco, pero también soy demasiado, aunque no siempre encuentro mi lugar, siempre soy mi lugar, soy lo que hace falta, también soy lo que sobra.
En Suecia soy exótico por hablar español, en Latinoamérica soy exótico por hablar español siendo rubio.
En Suecia soy odiado por tener apellido extranjero, en Latinoamérica soy odiado por tener pinta de extranjero.
En Suecia soy uno más por hablar el mismo idioma, en Latinoamérica también, soy igual y soy diferente, esté donde esté.
En conclusión creo que todo esto me identifica, la habilidad de hablar idiomas y entender culturas, entender el porqué de las similitudes y las diferencias.
La habilidad de adaptación, de sentirme en casa aun estando lejos, aunque a veces me sienta lejos estando en casa.
Esto me ayuda a siempre ver la luz al final del túnel, aunque también llevo el paraguas porque ver la nube negra en un cielo azul no lo veo malo, sino muy bueno, ser mitad sueco y mitad chileno.
Fernando A.